El estrés es la reacción emocional de un individuo cuando se encuentra en una situación cuyas demandas son tan exigentes que le superan o agotan sus recursos.
El estilo de vida que llevamos hoy en día es bastante estresante, ya que muchos están sujetos a horarios y a actividades que sólo el hecho de saber que hay que realizarlas pueden provocar ese estrés.
El desencadenante del estrés puede ser cualquier situación o pensamiento que haga sentir a un individuo frustración, furioso o nervioso. Cada día afrontamos desafíos y demandas capaces de provocar estrés, en ocasiones el episodio de estrés puede ser positivo (cuando se supera la situación victoriosamente) o por lo contrario puede ser negativo, al no haberse superado esa situación la ansiedad que se siente con el estrés puede continuar acumulándose a otras futuras situaciones no superadas.
Cuando se tiene estrés se muestran síntomas como ansiedad, miedo, irritabilidad, confusión, dificultad de concentración, pensamientos repetitivos, olvidos, risa nerviosa, dificultad para hablar, llanto, contracción de músculos, problemas de espalda o cuello, respiración agitada, etc.
El estrés es algo agotador que nos va provocando ciertos problemas poco a poco, y existen hasta varios tipos de estrés:
Por un lado podemos encontrar el estrés agudo, este estrés no perdura en el tiempo pero es altamente agotador. Puede aparecer en un momento determinado por un motivo aislado, no es algo que arrastremos durante días.
Por otro lado tenemos el estrés agudo episódico, es un estrés agudo pero con más frecuencia. Esto se da en gente más irritable que se siente menos capaz de organizar su vida.
Por último lugar tenemos el estrés crónico, es el estrés verdaderamente peligroso ya que es el que perdura en el tiempo y nos mantiene en un estado de angustia y de superación que termina por deteriorar nuestro estado de ánimo y nuestras relaciones sociales.